Desde
que el hombre adquiere conciencia humana desarrolla la habilidad de
contextualizar sus acciones; ella le permite interactuar con otros de su misma
especie; esto origina sociedades que son regidas por un conjunto de normas, que
permiten al hombre construirla y vivirla.
A
través del razonamiento humano nacen las explicaciones sobre el mundo que nos rodea,
estas acciones mentales permiten la construcción de teorías, modelos, enfoques,
posturas y pensamientos, que agrupan un conjunto de ideas que buscan dar
solución a situaciones problemáticas.
La
modernidad designa el movimiento político y filosófico, promueve la conciencia
sobre la base de la ciencia y el tecnicismo, como efecto principal, existe una
tendencia a sujetar a los grupos humanos que presentan debilidades económicas,
sociales y de pensamiento a la dependencia de los grupos más fuertes, ya que ellos
dominan, en gran medida, la razón social.
La
visión moderna sobre lo plural se vincula a un concepto participativo de la
democracia, junto a la descentralización del poder político, como supuestos
para garantizar la supervivencia de la armonía entre el orden político global y
las especificidades individuales y grupales. , la pluralidad hace referencia a
la unidad, la cual le da sentido y la afirma como tal, ya que la pluralidad es
un momento de la síntesis, un todo que articula muchos fragmentos.
La posmodernidad es planeada, no como una época que sigue a la modernidad, sino
como nueva forma de ver la modernidad, una actitud espiritual distinta,
proporcionándole fin a los grandes proyectos, produciendo la ruptura de la
totalidad, dando paso a la pluralidad y a la diversidad. La Posmodernidad plantea una crisis con aroma de cambio y renovación, que hace girar la mirada
hacia la Modernidad y le permite ver al hombre, no como un instrumento y menos
herramienta del progreso, sino como a un ser humano que posee emociones, pensamientos,
creencias y sentido de trascendencia, que es el principal eslabón de su propio
progreso, en lo plural, en la diversidad. La transformación entonces, recae el
combinar lo moderno con la esencia del hombre.
Una
sociedad supone la existencia del diálogo, del pensar. Y este diálogo entre los
hombres es fruto de un diálogo interior de cada esencia con el ser como idea
infinita que en ella reside. De allí que sea imprescindible para toda sociedad
formar en el diálogo, formar en el pensar, que dan una visión de integración al
hecho educativo al considerar al estudiante como un agente activo que posee
necesidades. Lo que está claro para todos es que la educación que está llamada
a formar hombres y mujeres capaces de edificar una sociedad verdaderamente democrática,
ha de ser también democrática.
Si
las instituciones educativas y la familia cambian a la promoción de una
pedagogía para la democracia, se conseguirá desarrollar sujetos sociales con
juicio crítico, creativos, colaboradores, que asuman la modernidad, la
pluralidad, la posmodernidad y la educación. Con gusto por la vida y por el
saber, se habrá ganado espacio, unos pasos adelante, porque tales hombres
estarán educados para hacer frente a cualquier tipo de presión y acabarán por
construir una sociedad verdaderamente humana.
Ronald Feo. UPEL,
Instituto Pedagógico de Miranda “José Manuel Siso
Martínez”. Venezuela.
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